jueves, agosto 18, 2011
Llamada
Fin de semana. Me despierto sin necesidad de la alarma, miro el reloj: 7:00 AM. Me estiro, me desperezo, recuerdo que tengo una cita para ir a una subasta. La noche anterior vi cinco pequeñas esculturas que me atrajeron y pensé que lucirían bien en mi escritorio de casa. Sin embargo, llamo por teléfono y cancelo la cita. No me piden razón, no tengo razón para cancelarla, simplemente quedarme en casa, disfrutar de la holgazanería por un dia entero! Vuelvo a amodorrarme y a entrecerrar los ojos, quiero volver a llamar al sueño...
El teléfono vuelve a sonar. Lo tomo para contestar y veo tu nombre en la pantalla. El corazón me da un vuelco!
No te veo hace dos años, aunque hemos hablado por teléfono en varias oportunidades, has evitado que nos encontremos. Fuiste muy claro la última vez. No quiero hacerte daño, me dijiste. No siento lo mismo que tu sientes. He pasado por una experiencia semejante que me hizo mucho daño. No quiero hacerte daño.
Te saludé con efusividad y me contestaste de la misma manera. Me preguntaste por mi agenda del dia, te dije que no tenía nada que hacer. Me contaste que tenías unas clases en la Universidad y que estabas libre a las 11:30 AM. Te dije que pasaba a recogerte. Colgué. Me vuelvo a estirar, pienso en mi cancelación sin saber que me ibas a llamar. Vuelve a sonar el teléfono, nuevamente tu. Puedes venir ahora?, me dices. Te pido 45 minutos para bañarme y ponerme en camino.
Te veo esperándome, con una camiseta estampada, muy juvenil, que te queda bien. Tomamos desayuno, muy frugal. No quieres nada mas que una frozen lemonade. Yo voy con un jugo de naranja. Regresamos a la camioneta, me pides que vayamos a caminar a algún lugar donde haya un lago, pienso en la isla Theodore Roosevelt, en medio del Potomac entre Georgetown y Crystal City. Caminamos y conversamos toda la mañana, disfrutamos del dia, de la naturaleza, del bosque, el pantano, los animales, el rio, la gente con la que nos cruzamos. Terminamos de dar la vuelta a la isla, nos hemos tomado varias veces de la mano. De un momento a otro el pasado vuelve a regresar en el punto en el que lo dejamos. Nos vamos a almorzar al Clyde's de Georgetown.
Empezamos a hablar de un futuro, sin fechas, sin compromisos, hechos inciertos, imposibles que pueden volverse posibles, se nos alarga la tarde. Te llevo de regreso a tu apartamento, has cambiado de dirección, aunque en la misma área. Estaciono, seguimos conversando largo. Nos despedimos, seguimos conversando aún más largo, nos volvemos a despedir, pero la conversación se reanuda. Te tomo de las manos, te miro a los ojos, te digo que me gustaría besarte. Sabes que no puedo hacerlo en público. Sé que quieres hacerlo, me respondes. No ahora, no en los jardines de tu condominio.
No espero nada del futuro, simplemente ser yo mismo mejor.
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