jueves, junio 30, 2011

Sex addiction (3)



En ocasiones la vida nos juega trucos de manera inesperada. Te conocí cuando tenías 19 años, y eras del grupo de Jerry. Salimos algunas veces con él, y mi amigo el rubio (de la otra historia). La pasábamos bien, conversando, recibiendo tus llamadas telefónicas donde me contabas cómo habías pasado tu fin de semana y los desarreglos que todos habían hecho con el exceso de cerveza y tequila del que nunca he participado, quizás por cobardía, quizás por temor a descubrirme alcohólico, y los alcohólicos no deben acercarse a un vaso de licor, por pequeño que sea (quizás exagero, muy típico en mi). Bueno, debo continuar con el hilo del relato. Siempre buscaste estar cerca mío, pero nunca me sentí atraído a disfrutar solamente de tu compañia. Todo iba bien en grupo. Nunca supe que le gustabas a mi amigo el rubio, pero él te lo hizo saber y de alguna manera se hicieron inseparables, pero tengo entendido que nunca ocurrió nada entre ustedes. En ése momento tenías una chica con la que salías y mantenías intimidad. No aceptaste los acercamientos y ofrecimientos que se te hicieron.


Las angustias de la vida nos separaron, para sobrevivir mejor. Las cosas se han casi normalizado y me llamas, me pides venir a casa para ponerme al dia sobre lo que ha ocurrido en tu vida mientras no nos hemos visto. Te recibo con alegria. Se te ve mucho mejor, has perdido peso, has echado cuerpo, se te ve atlético, muy atractivo. Eres un hombre de 21 años, me siento con seguridad de ofrecerte un vino. Te sirvo un vaso, me sirvo uno. Me entretengo a sorbos con el vino, tu acabas rápidamente tu vaso y no me esperas, te sirves el segundo. Seguimos conversando, me cuentas de las idas y vueltas en tu vida, las ilusiones, las decepciones, el amor y el desengaño. Te levantas, caminas alrededor de la sala, te quejas que hace calor. No lo siento, el aire acondicionado funciona bien y el verano se encuentra fuera de la casa. Te sirves el tercer vaso de vino y vacías la botella.


Con las mejillas sonrosadas por el vino te acercas y me pides que vayamos al estudio en el sotano. Quieres privacidad para lo que quieres decirme, aunque no hay nadie en casa, estamos solos. Es la ilusión de protección para lo que quieres decir, para lo que vas a hacer. Palabras van, palabras vienen, no recuerdo exactamente cómo fué. Si recuerdo que nos encontramos desnudos disfrutando el uno del otro, de muchas maneras, en silencio, con caricias y cuidado. Cuando el sudor cesa y el jadeo va desapareciendo me dices que ésto no va a volver a suceder, que tenemos que regresar a la buena amistad de siempre. No contesto. Te veo vestir, me das un abrazo y te despides.


Después de varios dias, hoy me has vuelto a llamar. Te espero...

martes, junio 28, 2011

Sex addiction (2)









Después de las presentaciones quedé profundamente impresionado, no sabía como reaccionar. Mi amigo, Jerry, era tu amigo de la secundaria y me había llevado a verte porque tenía que salir a comer contigo. Salimos los tres. Tu pelo rubio, tus ojos verdes, tu rostro infantil me mantuvo cautivado durante la cena. Me ignoraste completamente, solamente hablabas con él, y durante la noche se convirtió en nuestro intermediario de la conversación. No fué la única conversación, nos volvimos a ver.



Jerry te trajo a casa una noche, volvimos a conversar, ésta vez sin intermediario, pero ruhías mi mirada, abrimos una botella de vino y tuvimos algunas galletas con queso. Me ofreciste visitar en otro momento y te dí mi teléfono para que anunciaras tu visita.



Me llamaste para preguntar sobre un procedimiento en el Departamento de Vehículos a Motor. Llegaste a casa con los documentos y llenamos los formularios juntos. Hablamos de amigos comunes, de salir todos, de pasarme la voz cuando hayan reuniones y cosas por el estilo. Nos vimos en la compañia de todos los amigos. Una noche te pregunté 'porqué me tienes miedo'. No supiste responder, te trabaste en la respuesta y finalmente me dijiste que te molestaba que con quienes habías estado antes no te llamaron después de la noche de sexo y te trataban mal cuando los veías, que no querías sentirte herido una vez más. Te dije que deberíamos intentar.



Una noche, de manera intempestiva, en medio de una conversación me dijiste que vendrías el siguiente lunes a conversar y quedarte a dormir. Cumpliste tu palabra, disfruté de tu cuerpo desnudo al lado mio. Conversamos, y me deleité con tu blancura, con tus pecas, con tu glande rosado y tu pubis afeitado. Te llené de caricias y respondiste deliciosamente. Alargamos el momento de los juegos y la entrega y el ser uno fué extraordinario. Me dijiste que probablemente te iba a tratar mal, que iba a pensar mal de ti, que quizás no te volvería a llamar. Sin dejarme contestar, te levantaste, te vestiste y saliste. No respondes mi llamada. Qué conflictos llevas en la mente?

domingo, junio 26, 2011

Sex Addiction (1)



Admiré tu cuerpo de gimnasio mientras echabas hazeltnut a tu cafe en el 7-eleven donde habia bajado para calmar mis ganas de alitas de pollo. No dejé de mirarte y debiste haberte sentido incómodo porque me saludaste. Te devolví el saludo é iniciamos la conversación, sin razones, general, del clima y sobre el desayuno ligero. Intercambiamos teléfonos para continuar la conversación en algún otro momento.


Me sorprendió tu llamada pronto. Había pensado en llamarte el fin de semana, pero te adelantaste. Conversamos sobre tu afición al gimnasio y mi reticencia a los ejercicios, hablé de lo que me gusta el sauna y los masajes. Me dijiste que habías aprendido a dar masajes alguna vez, pero hacía tiempo no lo hacías. Quedamos en vernos algún fin de semana, 'cuando haya tiempo'. Colgamos.


Te llamé el sábado, salimos al Starbucks, reir, hablar de cómo nos fué en la semana y me dí cuenta de cuán diferente soy a ti. Tu cuerpo firme, varonil, tu actitud, tu hablar, tu personalidad, tan masculino, exudando testosterona por cada poro! Me sugeriste un masaje para relajar el strés de mi vida por los asuntos políticos mundiales y el trabajo. Me pediste que te llamara a las seis de la mañana de hoy. Lo hice.


Sobre mi cama, completamente desnudo, sentí como tus manos se deslizaban sobre mi cuerpo, tus dedos sabían lo que hacían, en los pies, las piernas, los muslos. No tuviste reparos en tocar mis testículos y acariciarlos, perdón, masajearlos. Todas las alertas sonaron y mi parasimpático se preparó para la guerra. Tomaste entre tus dedos mi jabalina y sonriendo me dijiste: 'se ha enojado'. Torpemente te respondí 'quítale el enojo'. Lo que sigue no se puede describir sino gráficamente. Palabras, no hay las adecuadas. Me sorprendiste, no lo había imaginado. Supongo que el disfrute puede aparecer en los rincones menos pensados. Nos volveremos a ver el próximo fin de semana