El sol brilla fuertemente y el calor es abrasador. Una noche de verano en el hemisferio norte. Manejo con las ventanas abiertas, sin aire acondicionado y siento que el sudor se desliza por detrás de mi cuello. No hago caso a las gotas que descienden, tengo que estar atento al tráfico, que inusualmente se encuentra ligero para ser una noche de viernes. El teléfono suena. Iba a dejarlo sonar, pero veo tu número, me apresuro a contestar.
"Señor!" me saludas después de escuchar mi voz contestar con un aló? Te digo que me siento muy contento de escucharte, y realmente estoy feliz, hace como dos semanas que no escucho tu voz.
Me llamas de Miami, te fuiste a vivir alli hace 5 meses porque te sentías agobiado en el norte. El frio del invierno mataba tu sangre ansiosa de temperatura. Tus años jóvenes, llenos de ilusión y sueños eran carcomidos por el conservadorismo y la hipocresía de la capital. Querías vivir, y aquí agonizabas lentamente.
Recuerdo todavía tu primera llamada, al dia siguiente que llegaste a la playa que vibra con el ritmo latino que te gusta. Me contaste que estabas caminando por la playa de South Beach, con la brisa marina acariciando tu rostro, exactamente como ahora. Sientes la brisa jugar con tu pelo largo, acariciarte las mejillas una y otra vez, mil veces! y lo disfrutas. Tus pies se hunden en la blanca arena caliente y sientes el calor subir a tus mejillas mientras la gente observa tu juventud, tu cuerpo delgado, con los músculos sin grasa y tu rostro de niño a pesar de tus veintitantos años. Vas respondiendo saludos de gente que no conoces, respondiendo preguntas que sólo intentan iniciar una conversación que pueda llevar a juegos más íntimos apenas caiga la noche. Eres selectivo, buscas quien pueda satisfacerte no sólo visualmente, físicamente, sino con una buena conversación. Tienes que aceptarlo, la profundidad te la dió D.C. No se trata de simplemente buscar un momento de placer, se trata de sentirte vivo, en todos los aspectos.
Me cuentas que todavía no has ido a la playa nudista. Te digo que debieras, que tienes mucho de lo que estar orgulloso y mostrar. Veo tu sonrisa a través de la linea del teléfono, y me contestas "y tu lo sabes!". Yo también sonrío, y te respondo, soy culpable de todos los cargos! Seguimos conversando, escogiendo las palabras, mostrando de muchas maneras cuánto nos queremos a pesar de la lejanía y de los múltiples nombres y rostros que no se han interpuesto entre nosotros durante todos éstos meses. Pasan los minutos, sigo manejando, me acerco a nuestra ciudad, a casa, no quiero colgar, tú tampoco. Cuando estoy para despedirme me dices que en dos semanas vienes a visitarme, que te vas a quedar por unos dias, que me extrañas.
De repente, los próximos dias se me van a hacer muy largos.
viernes, agosto 10, 2012
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