viernes, octubre 05, 2012

Basem

Te presentaste a mi clase cuando no había terminado todavía, entraste, te sentaste y delante de mis alumnos dijiste: "Tienes tiempo para un cafe?" Te dije si, y continué con lo que estaba haciendo los últimos diez minutos, antes que los alumnos salgan en tropel. Tus más de seis pies no pudieron esconderse detrás de la primera mesa, al lado de la pared, donde te ubicaste. Tu pelo corto, rubio, relámpagueba fuertemente en el imaginario rincón donde creías te habías ocultado. No, no pasaste desapercibido. ¿Es ésa tu manera de no llamar la atención? La última de las alumnas se quedó a hacer una pregunta tonta, lo que realmente quería era verte, que hacías en mi clase, porqué entraste abruptamente, sin tocar, sin pedir permiso. Cuando vió que no podía conseguir más información dijo "disfruten su café", y se fué.

Me acompañaste a mi escritorio, terminé de arreglar algunas cosas en la computadora, esperaste pacientemente los diez minutos que yo quería desaparecieran rápidamente. Quería estar ya lejos de alli, conversando, conociéndote mejor. Cuando terminé, pregunté, "mi carro, ó tu carro?". "Tu auto",, contestaste, "Mi carro está para botarlo a la basura". "El mío está inmundo", contesté, y enrumbamos a dónde lo tenía parqueado. "Sabes de un lugar para tomar café cerca de acá?", preguntaste. "estás en buenas manos", te dije.

Llegamos al Starbucks más cercano, el que se encuentra dentro del Barnes & Noble, pedimos lo mismo, un dark roasted que cada uno aderezó a su manera. Yo le puse chocolate, tu le pusiste canela. Los dos elegimos crema. Yo le puse más.

Me contaste de tu Argelia lejana, de tu Islamismo sin practicar, de lo plástica que es la vida en los Estados Unidos, de cuánto extrañas un abrazo, de lo difícil que es hacer amigos, de que te has matriculado en un curso de inglés que no necesitas, simplemente por buscar compañia; que agradeces mi tiempo y que quisieras buscarme con frecuencia si es que yo te lo permito.

Empezamos bien, pensé. Me hubiera gustado prolongar la tarde, pero no es sensato aburrir en la primera salida. Me excusé con una obligación imaginaria y te llevé de rgreso al parqueo, donde dejaste estacionado tu carro en la universidad. A tu pedido, te di mi número de teléfono que inmediatamente marcaste. Cuando mi celular sonó, me dijiste: "allí tienes mi número, Llámame cuando quieras". "Eres tú quien tiene que llamar", te dije.

Esperaré tu llamada el dia lunes en la tarde, que es cuando los dos supuestamente tenemos algo de tiempo.


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