lunes, febrero 10, 2014

Vitali (IV)


Vitali está sentado en el asiento del copiloto, su casaca de cuero negro abierta y la camiseta negra que lleva adentro subida, mostrando su abdomen. No me parece que hayan músculos abdominales. Le pregunto si puedo tocar los músculos, me dice que si.

Pongo mis manos sobre su abdomen y lentamente voy palpando, de izquierda a derecha, desde el ombligo, descendiendo lentamente en manera horizontal hasta que llego al pubis. Te pregunto si puedo continuar examinando los músculos, me dices que si. La cintura de tu pantalón ajusta exactamente sobre tu piel de manera que te pido que metas un poco el abdomen porque quiero deslizar mi mano allí dentro. Te acomodas un poco y zumes el abdomen de manera que puedo ingresar mi mano  fácilmente. Continúo tocándote, palpándote, lentamente, de manera horizontal, de izquierda a derecha. Cuando llego al extremo derecho desciendo un poco más. Estoy ya demasiado bajo y empiezo a sentir mis dedos rozando tus vellos púbicos. LLego al extremo izquierdo y siento que estoy exactamente en tu entrepierna. Te pregunto si puedo tocar tu muslo, me dices que si. Estoy ahora tocando tu muslo izquierdo, rodeándolo, el lado anterior, el lado externo y el lado interno. Tu abres un poco la pierna. Te digo si puedo pasar mi mano al otro lado, quiero tocarte el muslo derecho. Me dices que sí…

Paso mi mano al otro lado, pero la paso a propósito, muy bajo, sobre tu ingle. Siento tu pene en semi-erección, lo tomo entre mis dedos y completa su erección. Te pregunto si te molesta, tu me contestas con otra pregunta: ¿te gusta?, te digo que sí. Me dices que no eres gay, que nunca has hecho ésto. Te pido disculpas y saco la mano . Seguimos conversando, hablamos de ti, de tus sueños. Te invito a almorzar.

Después del almuerzo vamos de regreso a tu trabajo, debes estar antes de las 5 de la tarde y son un poco después de las 3:30 pm. Estamos a dos cuadras de donde te debo dejar y me dices “¿me vas a dejar así?”, te contesto “¿cómo así?”, bajas los ojos hacia tu bragueta y veo que la erección tuya continua. No digo nada. De repente hé aprendido que no hay mucho que decir porque tú no eres gay. Entro al siguiente centro commercial y me pongo a manejar por las callejuelas posteriores, donde se hacen las entregas, veo puertas traseras de las tiendas, hay movimiento, no es un buen lugar. De pronto, una completa cuadra sin puertas traseras, completamente lisa, sin ventanas, con una esquina interior conveniente donde estaciono el auto para evitar posibles miradas de alquien que pueda caminar tan lejos como para llegar hasta acá.

Una vez estacionados, te pido que dejes libre al pajarillo. Reclinas tu asiento completamente y te bajas el pantalón y tu ropa interior. Veo genitales hermosos, perfectos. Un pene grande, fuerte, medianamente grueso y unos testículos magníficos. Te tomo entre mis dedos y empiezo a masajearte. Mis dedos se deslizan suavemente sobre el cuerpo de tu pene. Me acerco a observarlo, a deleitarme con su forma, a sentir su tibieza y su nerviosismo. De pronto, tu mano izquierda se pone sobre mi cabeza, y gentilmente la traes hacia tu ingle. Nuevamente, sin hablar, me invitas a que dé un poco de agua al pajarillo, está con sed…
No es la primera vez que me encuentro en circunstancias tan agradables con amigos que no son gay. Gracias a la vida por los amigos.

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