domingo, febrero 09, 2014

Vitali (III)


 
Se te ve muy bien en tus jeans y la casaca de cuero negro. Cuando pasas frente a mi auto me reconoces y te hago señas para que entres. Abres la puerta y tomas asiento. Te doy la mano y te digo que me alegra verte. No respondes a mi cumplido, me dices que tienes que trabajar a las cinco, que no debemos ir muy lejos. Te aseguro que estaremos muy cerca y que estarás de regreso en el trabajo antes de las cinco.

Partimos para el centro comercial donde  había planeado conversar y almorzar algo con Vitali, así me dijo que se llamaba. Yo le dí mi nombre. Conversamos de sus estudios en su lejano país, de ayudar a su padre en casa. Aprendió el oficio de albañilería y terminó la secundaria, pero su mente no se sentía a gusto con el paisaje que lo acompañaba. Buscaba algo diferente, en USA. Logró su sueño de visa Americana y se embarcó sin pertenencias ni dinero en el bolsillo.

Llegamos al estacionamiento del centro comercial é inicio mi ascenso por la rampa helicoidal hasta el cuarto piso. El enorme estacionamiento en el cuarto piso está repleto, puedo ir al quinto, ó al sexto, puedo incluso llegar al octavo piso, pero no quiero seguir subiendo. Empiezo lentamente a buscar un lugar hasta que encuentro uno. Estaciono en retroceso para quedar listo a salir. Apago el motor y le digo que podemos salir. Me dice que prefiere quedarse en el auto y conversar allí. Vuelvo a encender el auto, simplemente para tener la calefacción prendida, afuera está muy frio. Me cuenta de sus sueños y de lo difícil que es la vida. El se había imaginado que la vida en USA era diferente, “las películas mienten”, me dijo. 

Me enteré de su familia, de sus gustos, de su pasión por el fútbol, del maltrato en el restaurante, de las ganas de ser alguien y ganar dinero, “hasta hé querido meterme de narco”,me dijo, pero nunca encontró a nadie que estuviera en el negocio de las drogas.

La conversación nos hizo sentir confianza, intimidad, me hizo preguntas sobre mi, el trabajo, mis hobbies, mi familia, lo que hago con el tiempo libre. Yo lo interrumpo y le pregunto cuándo es la última vez que ha jugado fútbol, me dice que hace más de dos meses, que no ha jugado fútbol desde que llegó a USA y tomando una de mis manos la lleva a su muslo y me dice, “toca, toca, ya me estoy quedando sin músculos”. Toco. No es cierto lo que dice. Ese muslo izquierdo tiene mucho músculo. El cuadriceps es el músculo más grande y fuerte del cuerpo humano, y particularmente éste, está musculoso. Voy desde la rodilla hasta casi la entrepierna, que él abre sin reparos, vuelvo a bajar hasta la rodilla y giro hacia el lado interno donde vuelvo a ejecutar una lenta palpación, nuevamente hasta la entrepierna. Siento que la palma de mi mano choca con su bragueta y percibo algo que imagino es su pene. Le pregunto si puedo hacer lo mismo en la otra pierna. No dice nada, simplemente se acomoda lo mejor que puede, ofreciendo su muslo derecho. Le digo que me parece que sus piernas tienen buen músculo. Quiero tentar mi suerte y le pregunto si tiene buenos abdominales. No me entiende lo que quiero decir, “músculos en la barriga”, le explico y le hago señas para que se abra la casaca de cuero.

Se abre la casaca y se levanta la camiseta negra. Veo un abdomen blanco con pelos marrones que brillan con reflejos dorados debido a la luz que entran de fuera en el interior del estacionamiento.

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