Te llamo y me
contestas inmediatamente. “Ahora puedo hablar”, me dices. “Estoy almorzando”.
Te pregunto si hay alguien más en tu mesa. Me dices que estás solo en tu mesa,
que no tienes amigos, que no tienes familia, que son dos meses que estás solo.
Te digo que mañana puedo salir contigo luego de la 1:30 de la tarde cuando dejo
de trabajar. Pienso que puedo pasar a recogerte y estar juntos y conversar y
conocernos. Me dices que bueno. Te digo que me llames a la 1:30 pm del dia de
mañana para poder encontrarnos...
Es miércoles y
acabo de terminar mi clase, es la 1:20 de la tarde. Voy a mi escritorio, dejo
mis libros y los papeles del dia de hoy sobre él. Me pongo la bufanda y el
abrigo. Es invierno, acaba de iniciar un nuevo ciclo polar y la temperatura va
a bajar tremendamente hoy en la noche, probablemente nieve en el área. La zona
del norte ya está recibiendo una nevada enorme, de 6 pulgadas, puede ser que
llegue donde nosotros. Me despido de los colegas, me dirijo al ascensor.
Suena el teléfono,
antes de contestar miro el reloj, la 1:30 de la tarde, en punto. No hay duda, tienes
una educación de exactitud diferente a la mayoría de personas que conozco. No
sé que sentir, no sé que decir, estoy asombrado. ¿Debería preocuparme?, no veo
la razón. Es mi angustia la que siempre me juega éstos juegos y me impide
disfrutar el momento. Te saludo, me preguntas si quiero salir contigo hoy dia,
te digo por supuesto que sí! Me dices que vives cerca del restaurant, me das la
dirección. No quiero llegar a recogerte a tu casa, ó a la casa donde alquilas
una habitación. Te digo que espero en la farmacia cercana, un CVS familiar para
mi, en una esquina, prácticamente estoy a la vuelta del CVS. Busco donde
estacionar.
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