sábado, junio 02, 2012

Persia III

"No puedo seguir viviendo así!", grita Lehlsin mientras Asad se viste rápidamente porque sabe que los padres de su amigo, y sus hermanos, van a estar de regreso a casa pronto y él debe estar fuera antes que ellos lleguen. "No puedo seguir viviendo así!, quiero tenerte a mi lado, sentir tu piel sobre mi piel hasta que salga el sol. Esto me vuelve loco!". Aunque grande, y físicamente fuerte, Lehlsin es todavía un niño y le toca a Asad reconfortarlo, brindarle apoyo, animarlo, hacerle saber que lo quiere y que está siempre para apoyarlo, y amarlo.

Es Asad quien consiguió el cuarto para que Lehlsin viva. Es la casa de una amiga viuda, con hijos de la edad de Lehlsin, de manera que no se opone al Islam. De todas maneras, su cuarto es en el techo de la casa, pequeño, de ladrillo y cemento, una ventana con dos hojas de madera y una puerta. El puede usar el baño de la familia porque no hay un baño adicional en el techo. Cuando Asad llega, ellos piensan que es para ayudarlo con sus tareas de la escuela.

Fué Lehlsin quien vino con la idea, "porqué no te conviertes Baha'i?" le dice, así, de repente, sin preámbulos, y continúa con su explicación. "Vivimos en un pais gobernado por Ayatollahs, y el lider está haciendo imposible el que se pueda vivir en tranquilidad y paz si no eres Islámico. Varias familias de mi iglesia han cruzado a Turquía y pedido asilo político a los Estados Unidos. Hay un grupo de líderes políticos en Estambul que están ayudando muy activamente. Podemos vivir en Turquía mientras nos llega la visa, y una vez en Estados Unidos hacer una vida juntos". Asad lo mira, con la profundidad y condescendencia que un adulto mira a un niño, lo besa, se despide. No dice palabra.

Los dias pasan con la normalidad de siempre, las caminatas juntos en las calles, yendo al cine, sentarse juntos en las actividades de la escuela, conversar de los mismos temas, correr sus motos, escaparse a las quebradas en el desierto, buscar escorpiones bajo las rocas y hacerlos pelear. Una tarde, luego de haber sudado juntos en la semipenumbra tan conocida del cuarto de Lehlsin, cuando los dueños de casa están fuera en actividades familiares, y sus cuerpos desnudos sienten sobre la sábana el frio del piso de cemento que los reanima é invita a desafiar el calor de la ciudad, Asad, susurra sobre la boca de Lehlsin, como dándole un suave beso, "quiero ser Baha'i".

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