Te conocí hace pocos años, dos. De pocas palabras, seria, trabajadora, responsable, puntual y bonita. Cara perfecta, una nueva Marilyn Monroe de pelo largo, de ondas naturales, que cae espectacularmente por debajo de los hombros en un castaño obscuro que acentúa tu piel blanca, de porcelana y labios rojos, perfectos. El impacto que me causaste me estremeció en la raíces, por razones obvias. Intercambiamos palabras y hubo algo en tu manera de ser y hablar que mostraba más que un ligero deseo de mandar y llevar la riendas en cualquier relación, aunque sea de amistad. No te puse en mi lista de amigos. Sin embargo, como perfecto masoquista, de manera indirecta seguí frecuentando los lugares donde tendría más probabilidades de verte. Tu también mantenías tu espacio. Nos mirábamos de reojo, y en un perfecto "domestícame!" entre zorro y princesa transcurrieron los dias, muchos! y se redujo la distancia, centímetro a centímetro. No fué fácil, para ninguno de los dos.
Aprendí de y conocí a tu familia. Tu hijo de catorce años y tus nenas de seis y tres. Aprendí de la pérdida de tu casa en el terremoto económico que nos azotó hace dos años y cómo te has acostumbrado a vivir en el pequeño departamento con tus hijos. Conocí a tu esposo, exactamente la antítesis tuya, moreno, tosco; lo grosero de su actuar no lo pudo ocultar con su fingida educación. Lo noté...celoso? ó era yo quién me ponía en guardia, a la defensiva. No puedo ser objetivo. Sí puedo decir que nuestra amistad ha mejorado, que hablamos de todo y que poco a poco vamos descubriéndonos.
Estuvimos juntos cuando de repente llegó mi amigo, a quien de alguna manera hé descrito en algunos sitios anteriores como "El nuevo". Te sentiste impresionada, se te cayó la mandíbula. El me dijo que fuera a verlo jugar futbol el sábado, me va a enviar un texto donde me pondrá la dirección del estadio. Cuando se fué me empezaste a contar en una verborrea terrible cómo te gusta ver a los adolescentes en las paradas de buses cuando esperan ir al colegio, tus ensoñaciones con ellos y lo "monstrua" que te sientes pues crees que podrías ser su madre, escuché toda tu confesión y no puedo decir que me sorprendió, nada me sorprende cuando se trata de naturaleza humana. Puedo decir, sin embargo, que la sabiduría popular de antaño no se equivocó cuando dijo " líbrame de las aguas mansas..."
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