jueves, diciembre 02, 2010

Dark Chocolate


El segundo dia de las pequeñas vacaciones quedamos en que pasaría a recogerlo al centro en cualquiera de los Smithsonians donde se encuentre. Recibí la llamada a las 4:30 (los museos cierran a las 5:30 pm) y el tráfico estaba en sentido contrario, de manera que llegar al centro usando la 395-I me tomó menos de 15 minutos. Lo encontré sentado en una banca en el jardin de las esculturas frente a la Galeria de Arte. Se acercó cuando le toqué la bocina.
Estaba entusiasmado con su recorrido. Realmente un niño que habla, habla, habla y no quiere perder un detalle de su experiencia al relatarla. Aproveché para darle un recorrido por la ciudad y pueda apreciar más de lo que podría haber visto caminando. Disfrutaba de cada esquina de ésta maravillosa ciudad. Tomé el camino del Creek Parkway de regreso a casa. La carretera en el fondo de una quebrada, un riachuelo mediano al lado, los arboles y la vegetación exuberantes a pesar del otoño, y arriba, la ciudad. Es diferente ver los puentes desde las bases y apreciar el arte en su arquitectura. Otra visión diferente de la capital del mundo. Podría haber llegado casi hasta la casa usando el Parkway, pero inicié el ascenso en Rockville para cenar algo en el Cheesecake Factory.
La comida fué frugal, solamente ensaladas y agua. La conversación, pródiga. Con cada minuto de dialogo crecía la confianza, el conocernos y acercarnos de una manera diferente. Los minutos se convirtieron en hora y media! Nuestro mozo no tuvo mucho movimiento en esa mesa ésa noche, lo siento.
De regreso en casa, seguí mi rutina, entrar a mi dormitorio, prender el televisor. Puedo acompañarte a ver TV?, me preguntó. Claro!, fué mi corta y atolondrada respuesta. Se metió a tomar una ducha y me tocó la puerta luego de unos minutos. Cuando entró sólo llevaba puesto un short blanco y volvió a recostarse a mi lado para ver el show. No podía creer que lo tenía tan cerca. De repente todo el hablar de la tarde cesó. En silencio mirábamos la pantalla, reíamos de los comentarios. De pronto me dijo, eres muy bueno y generoso. No supe que contestar, simplemente le dije que no pensaba lo mismo. Me abrazó y puso su cabeza sobre mi pecho. Acaricié su cabello y pasé la otra mano alrededor de su espalda. Sentí de pronto sus caricias, sus largos dedos recorriendo mi cara, mi cuello, mi pecho. No reaccioné, me quedé simplemente estático. Se incorporó, se sentó y continuó acariciándome las piernas, sobre el pantalon, los muslos externamente y luego internamente. Veo que trabajas mucho, susurró. Debes estar cansado, añadió, mientras sus manos seguían moviéndose sobre mis caderas y se cerraron sobre mi pelvis, acariciando (sobre el pantalon) mi orgullo que ya había despertado. Sin pedir permiso me quitó la correa, el pantalón, y sin querer reclamar, en pocos segundos me encontré completamente desnudo sobre mi cama. No hubo palabras, solamente miradas, caricias, mutuas, descubrí la seda de su piel. El se despojó de su short y vi el mas hermoso, gigantesco y circuncidado animal de toda mi vida. Adecuadas palabras me faltan para relatar lo que continuó.
Lo ví partir al tercer dia. No creo en despedidas, pero enjugué alguna lágrima cuando lo ví entrar al área de seguridad. Nos enviamos mensajes usando la internet.

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