jueves, noviembre 13, 2014

Omar (I)

 Su cuerpo delgado y su estatura lo hacen ver como un adolescente cuando en realidad tiene ya 25 años. Pasa la puerta del avión que hace poco ha descendido en el aeropuerto internacional de Miami. Siente el calor que pasa a través del puente de conexión al terminal. Se encuentra allí huyendo del frio del norte y de las tormentas de nieve que se avecinan en su ciudad del norte de Virginia. Su primo lo invitó a pasar unos dias y le compró el pasaje.

Reconoce a su primo que tiene un cartel con su nombre sosteniéndolo en alto. No cree que hubiera razón de haber usado el cartel. Lo hubiera reconocido de todas maneras. Es la primera vez que lo ve en persona. Es dos años mayor que él, de piel clara y ojos claros. Ese lado de la familia, siempre con ojos claros, “gatos”, qué mala suerte que no le tocó a él. Salió de Guatemala cuando él era un niño y no lo ha visto hasta ahora. Ni siquiera sabía que vivía en Miami, hasta que él lo encontró en Facebook hace un año y desde allí empezaron a conversar. Cuando se quejó que empezaba el frio en el norte, lo invitó a pasar unos dias de calor en el sur.

Lo abraza con brazos fuertes y lo aprieta contra su pecho, le da un beso en la mejilla. Todo éso sorprende a Omar, no está acostumbrado a que un extraño, realmente éste primo es un extraño, lo apachurre tanto en el abrazo, y menos le de un beso en la mejilla. El no ha reaccionado al abrazo ni al beso, simplemente se ha mantenido allí, estático, estupefacto, con el sweater que trajo en el avión en la mano. No tiene equipaje, solamente la mochila con suficientes calzoncillos y camisetas para los pocos dias que va a pasar en la playa. Se encaminan directamente al carro de su primo.

Al llegar al departamento, el primo le explica que es de un sólo dormitorio, que van a dormir juntos en el mismo dormitorio, que se ponga cómodo, que él va a tomar una ducha porque estuvo “correteando” todo el dia y se encuentra sudando. Omar lo sigue al dormitorio mientras observa que a cada paso que da su primo se va quitando una prenda de ropa que queda tirada en el suelo. Pronto se queda desnudo y entra a la ducha. Omar se queda sorprendido, pero le gusta lo que ve, piel blanca, poco vello corporal, vello pubiano desaparecido y genitales gigantescos.

Sale de la ducha  secándose el cabello, completamente desnudo, mirando de frente a Omar. “Vamos a pasarla bien”, le dice. “Vamos a aprovechar todo ése tiempo que desperdiciamos en Guatemala”. Omar se encuentra mirándolo directamente a los testículos, enormes! El primo se da cuenta de el rostro de admiración de Omar. Lo empuja gentilmente y lo hace sentar sobre la cama. “Tengo una hernia inguinal”, le dice, y le toma la mano derecha y la pone sobre sus genitales. “Toca, no es todo lo que parece. Es parte de intestino metido allí dentro. Si buscas bien, vas a encontrar los testículos por allí escondidos y no son tan grandes”, le comenta. Omar, sentado sobre la cama, usa sus dos manos para palpar los genitales de su primo, blancos, con un lunar marrón en el escroto derecho. Se deja llevar por la emoción del momento y pronto está acariciando más que palpando y el pene de su primo empieza a crecer en una erección que se acerca peligrosamente a su cara. “De manera casual” el primo gira ligeramente su cadera y su pene toca el rostro de Omar completamente. 

Pasado el momento, Omar no retira la cara del pene que continua apretado contra su mejilla mientras él sigue acariciando los testículos con las dos manos. El primo, gentilmente agarra la cabeza de Omar y lentamente la va girando hasta que la boca queda en la punta del pene. Con el dedo índice baja la mandibular de Omar é introduce el pene en su boca. Omar lo degusta con fruición mientras acaricia las caderas, los muslos, el abdomen de su primo, quien pronto empieza a gemir y a mover su cadera sincronizadamente para que el pene entre y salga de la boca de Omar quien de vez en cuando hace algunos ruidos guturales como si se estuviera atragantando, y realmente se está atragantando porque lágrimas empiezan a salir de sus ojos, pero no son lágrimas de dolor, son lágrimas de sorpresa, de encanto, de placer. Pronto la garganta de Omar se llena del blanco vino del amor que él se apura en deglutir. Con la lengua lentamente limpia el glande que todavía tiene dentro de su boca. Poco a poco el pene va perdiendo su erección, y se le hace más fácil limpiarlo por completo.

El primo retira el pene de la boca, lo seca cuidadosamente con la toalla y regresa al baño para orinar. Cuando se encuentra de nuevo frente a Omar, le dice “tenemos que salir de compras, veo que no has traído mucha ropa. Me gustaría que te quedes unas semanas”. Omar le responde: “lo que tu quieras”, y añade: “¿tienes Listerine en el baño?”



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