Reconoce a su primo que tiene un cartel con su nombre
sosteniéndolo en alto. No cree que hubiera razón de haber usado el cartel. Lo
hubiera reconocido de todas maneras. Es la primera vez que lo ve en persona. Es
dos años mayor que él, de piel clara y ojos claros. Ese lado de la familia,
siempre con ojos claros, “gatos”, qué mala suerte que no le tocó a él. Salió de
Guatemala cuando él era un niño y no lo ha visto hasta ahora. Ni siquiera sabía
que vivía en Miami, hasta que él lo encontró en Facebook hace un año y desde
allí empezaron a conversar. Cuando se quejó que empezaba el frio en el norte,
lo invitó a pasar unos dias de calor en el sur.
Lo abraza con brazos fuertes y lo aprieta contra su pecho,
le da un beso en la mejilla. Todo éso sorprende a Omar, no está acostumbrado a
que un extraño, realmente éste primo es un extraño, lo apachurre tanto en el
abrazo, y menos le de un beso en la mejilla. El no ha reaccionado al abrazo ni
al beso, simplemente se ha mantenido allí, estático, estupefacto, con el sweater
que trajo en el avión en la mano. No tiene equipaje, solamente la mochila con
suficientes calzoncillos y camisetas para los pocos dias que va a pasar en la
playa. Se encaminan directamente al carro de su primo.
Al llegar al departamento, el primo le explica que es de
un sólo dormitorio, que van a dormir juntos en el mismo dormitorio, que se
ponga cómodo, que él va a tomar una ducha porque estuvo “correteando” todo el
dia y se encuentra sudando. Omar lo sigue al dormitorio mientras observa que a
cada paso que da su primo se va quitando una prenda de ropa que queda tirada en
el suelo. Pronto se queda desnudo y entra a la ducha. Omar se queda
sorprendido, pero le gusta lo que ve, piel blanca, poco vello corporal, vello
pubiano desaparecido y genitales gigantescos.
Sale de la ducha
secándose el cabello, completamente desnudo, mirando de frente a Omar. “Vamos a pasarla bien”, le dice. “Vamos a aprovechar todo ése tiempo que
desperdiciamos en Guatemala”. Omar se encuentra mirándolo directamente a
los testículos, enormes! El primo se da cuenta de el rostro de admiración de
Omar. Lo empuja gentilmente y lo hace sentar sobre la cama. “Tengo una hernia inguinal”, le dice, y
le toma la mano derecha y la pone sobre sus genitales. “Toca, no es todo lo que parece. Es parte de intestino metido allí
dentro. Si buscas bien, vas a encontrar los testículos por allí escondidos y no
son tan grandes”, le comenta. Omar, sentado sobre la cama, usa sus dos manos
para palpar los genitales de su primo, blancos, con un lunar marrón en el
escroto derecho. Se deja llevar por la emoción del momento y pronto está
acariciando más que palpando y el pene de su primo empieza a crecer en una
erección que se acerca peligrosamente a su cara. “De manera casual” el primo
gira ligeramente su cadera y su pene toca el rostro de Omar completamente.
Pasado el momento, Omar no retira la cara del pene que continua apretado contra
su mejilla mientras él sigue acariciando los testículos con las dos manos. El
primo, gentilmente agarra la cabeza de Omar y lentamente la va girando hasta
que la boca queda en la punta del pene. Con el dedo índice baja la mandibular de
Omar é introduce el pene en su boca. Omar lo degusta con fruición mientras
acaricia las caderas, los muslos, el abdomen de su primo, quien pronto empieza
a gemir y a mover su cadera sincronizadamente para que el pene entre y salga de
la boca de Omar quien de vez en cuando hace algunos ruidos guturales como si se
estuviera atragantando, y realmente se está atragantando porque lágrimas
empiezan a salir de sus ojos, pero no son lágrimas de dolor, son lágrimas de
sorpresa, de encanto, de placer. Pronto la garganta de Omar se llena del blanco
vino del amor que él se apura en deglutir. Con la lengua lentamente limpia el
glande que todavía tiene dentro de su boca. Poco a poco el pene va perdiendo su
erección, y se le hace más fácil limpiarlo por completo.
El primo retira el pene de la boca, lo seca
cuidadosamente con la toalla y regresa al baño para orinar. Cuando se encuentra
de nuevo frente a Omar, le dice “tenemos que salir de compras, veo que no has
traído mucha ropa. Me gustaría que te quedes unas semanas”. Omar le responde: “lo
que tu quieras”, y añade: “¿tienes Listerine
en el baño?”
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