martes, noviembre 11, 2014

Derliz



Te observé completamente en todo tu esplendor, tu metro ochenta de estatura desparramado sobre mi cama queen size, las colchas en el piso, estorban cuando estás en actividad y producen demasiado calor.No quieres tener calor cuando estás en actividad, sudas mucho. A mi, una piel sudorosa, mojada, como salida de la tina de baño, me quita toda la inspiración.  
Hay gente que le gusta la humedad. Hay otros a quienes le gustan los olores. Para mi, la piel debe oler a limpio, ó a loción después del baño, no necesariamente perfume.

Decía que te observé completamente en todo tu esplendor, desparramado sobre mi cama queen size. Tu cuerpo delgado, blanco, con poco vello, y apenas mostrando pelos adolescentes en las axilas y en el pubis. Tu “chiquitín”, sí que es gigantón, blanco, grueso, no circuncidado, que muestra un glande grande y rojizo, como una fresa cuando se descubre. Cuando lo veo, me da ganas de meterle un mordisco, ó bañarlo en chocolate ó crema chantilly. Hé hecho las tres cosas… Miro tu “pectum excavatum”, sí, ¿recuerdas que así fué como me lo presentaste la primera vez que te desnudaste delante de mi?. Una hendidura en tu esternón, un defecto de nacimiento que no te afecta en absoluto, pero que te da verguenza mostrarlo en la playa ó en la piscina, razón por lo que no vas a ninguno de ésos dos lugares.

¿Cuánto tiempo que nos conocemos? Los dos años de tu carrera de enfermería técnica. Fuiste mi alumno en la primera clase que tomaste en la Universidad, y viniste a hacerme preguntas luego de clase. Me gustaría decir que hicimos “click” inmediatamente, creo que así pasó. En la segunda clase tuviste preguntas también. En los examenes peleaste por los pocos puntos que perdiste. Tanto venías a verme que una vez salimos a almorzar. A la semana siguiente te tuve en mi cama, y me acompañaste en ella cada vez que tenías tiempo los dias de semana, y de todas maneras los fines de semana. Gran compañia. Extraordinario disfrute. Esos momentos también eran propicios para hablar un poco de la carrera, explicarte cualquier cosa que no entendías en mi curso ó en otros cursos, y de vez en cuando hablar con otros profesores en favor tuyo. No que necesitaras ayuda, eres muy inteligente, pero te gusta sentirte seguro.

No me puedo quejar, han sido dos años extraordinarios para mi. Mañana te gradúas. De repente me haces la pregunta, “¿vas a ir a la ceremonia de graduación mañana?”. Te respondo que sí, que planeo asistir, que me gustaría conocer a tus padres. “Te voy a presentar a mi novia también”. Lo dijiste de un momento a otro, rápido, enérgico. Me tomaste desprevenido, no supe que contestar, me quedé con la mente en blanco y sin palabras en la boca por algunos minutos. Puedo hasta decir que sentí que las piernas me flaquearon. Me senté en la cama y te contesté que bueno, que me gustaría. ¿Estaba siendo honesto conmigo mismo? Nunca supe de la existencia de ninguna “novia” durante todos éstos años. En ninguna de nuestras multiples salidas lo mencionaste, y ahora, me lo dices?

Me recuesto al lado tuyo, siento mi piel cerca de tu piel, te acaricio la cabeza, te miro a los ojos, y por primera vez te digo una mentira. Te digo que acabo de recordar que el Decano de la Facultad me ha dado una asignación que había olvidado y que debo entregar el lunes. Voy a pasar el fin de semana hacienda ésta presentación. Te pido que me disculpes, no voy a poder asistir. “Está bien”, me dices, “me hubiera gustado que lo hubiéramos celebrado juntos. Es también tu obra”.

Entiendo que así es. Pero también entiendo de la existencia de una novia, y no quiero ser estorbo en tu felicidad. Te gradúas y vas a iniciar tu vida profesional. Probablemente tienes un plan de vida del que no habíamos hablado. Creo que hoy dia será nuestro ultimo dia juntos. Te abrazo, y siento tu respiración al lado de mi cuello. Esta familiar sensación ya no la tendré jamás, acabo de enterarme de tu bisexualidad.

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