jueves, octubre 30, 2014

Steven

 Te miro sonreir, sentado muy cómodamente en el sofá de mi sala. Tienes una risa fácil, cautivadora, que enmarca unos dientes blancos, perfectos. Pero la sonrisa no es tu única característica positiva. Podemos seguir enumerando, tus ojos azules, tu pelo rubio, ondulado, corto, tu rostro de belleza fácil de admirar, tu cuerpo formado por el trabajo arduo, de peón, al que siempre has estado acostumbrado. Nunca te ha gustado estudiar, me has contado. Desde tu salida de la secundaria has trabajado en gasolineras, compañias de construcción, y ahora eres encargado del grass y los jardines de uno de los mejores clubes de golf de la ciudad.

“Me gustaría trabajar de traductor”, me dices, pero no intentas hablar el español que dices conocer. “Lo aprendí en la secundaria”, continúas, y añades que nunca has vivido ó viajado a ningún país de habla española.

“Porqué quieres dejar el trabajo en el club de golf?, y porqué el trabajo de traductor?”, te pregunto.

“Mi madre es traductora”, me dices, “de lenguaje de señas, para sordomudos”, aclaras.” Ella trabaja en el hospital, ayudando a los pacientes allí”.

Veo, que a tu lado hay una joven morena, de belleza exótica. Mis ojos se dirigen hacia ella. “Bueno, ella, ella es la razón”, continúas. “Estamos viviendo donde mis padres (y me has dicho que ya tienes 28 años, y que realmente nunca te mudaste de donde tus padres), y creo que debemos mudarnos para tener nuestra privacidad. Vivimos en el sótano de la casa, pero queremos un lugar que sea nuestro, y el dinero que recibo en el club no es suficiente para alquilar un departamento”.

Es una buena razón”, te digo. Procedo a darte algunas ideas de cómo podrías iniciar tu propio negocio y ver que crezca. Te hablo de cómo hacer marketing y ella muy efusivamente apoya lo que digo, es más, piensa que su hermano puede ayudarte en el proyecto de muchas maneras. Viene de Trinidad y Tobago y tiene la idea del sueño americano atada a tu persona. Se ha convertido en tu motor al desarrollo, y parece que le haces caso en todo. Ofrezco mi ayuda para cualquier cosa que pueda ocurrir en el futuro.

Qué si lo de las traducciones no funcionan? Has pensado en alguna otra opción?”, pregunto.

“Scort”, responde inmediatamente ella. “Acompañante, para clientes hombres que lo requieran. Los hombres van a pagar más que las mujeres”, lo dice con tanta autoridad que parece ya lo han hablado anteriormente. Tú la miras embobado y sonríes.

Me da la impresión que la idea de traducción es únicamente tuya. Ella ya ha decidido que tú vas a ser un scort de hombres, y ella va a administrar el negocio.





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