viernes, septiembre 21, 2012

Dia

Me llamaste para ver un video, quedé en irte a recoger a una hora en la tarde, en la esquina de la farmacia cerca de tu casa. El no pedirme que vaya a recogerte a tu casa ya era un mensaje oculto de lo que la tarde traería. Eres muy fácil de leer, y apenas te estoy conociendo.

Esperé con tranquilidad en el parqueo de la farmacia, te envié un mensaje para decirte exactamente dónde me encontraba estacionado. Te vi acercar con tus pantalones cortos , camiseta de cuello y zapatos sport. Se te veía muy bien. Al entrar en el carro, sentí el aroma de tu colonia, cítrica, simple, de repente una frescura entró contigo, ideal para pelear el calor del verano.

Llegamos a casa y fuimos a buscar alguna película que nos pudiera hacer pasar la tarde entretenidos. Escogimos una mexicana con Gael Garcia Bernal. Nos divertimos, nos reimos, nos sentimos de muchas manera cerca. Al termino de la película nos pusimos a conversar y en medio de la conversación te ofrecí un masaje, que aceptaste. Te quitaste la ropa, menos los calzoncillos, negros, de algodon, Calvin Klein. Busqué el aceite marroquí para que los dedos se deslicen mejor. Me pediste que pusiera música. Busqué en la programación de Comcast música de relajación. Mientras masajeaba tus piernas, veía que te sumías en sueño, fingido? No lo sé, quizás. Seguí trabajando tus muslos hasta que decidí que debería quitarte el calzoncillo. Lo hice. No dijiste nada. Ya había visto que experimentabas una erección minutos atrás. Al descubrirte, pude observar extraordinarios genitales. Tu escroto, colgaba bajo, limpio, sin pelos, eres una persona de poco vello corporal, lo que hace que tus genitales luzcan extraordinarios. Los testículos de buen tamaño, ligeramente más grandes que el standard. El pene, completamente erecto, palpitando sobre tu abdomen.

Continué el masaje, la punta de mis dedos llegaban muy cerca al límite de tu escroto y rodeaban la base del pene. Cuando inicié el camino hacia tu abdomen, lo hice sobre tu pubis y sentí la fuerza de tu erección cubriendo mi mano. Tus párpados contibuaban cerrados, no hiciste comentario. Luego de sentirte sobre mis manos, palpitante, ansioso, en la punta del glande se dejaba ver el diamantino líquido transparente que me hablaba de tu placer. Quice ofrecerte más disfrute.

Acaricié tu escroto, tomé tu pene entre mis manos y empecé a masajearte diminutamente, usando mis pulgares, de arriba abajo, todo el pene, el glande en movimientos circulares. Hasta que percibí estabas listo para un masaje completo, circular, con mis labios, ayudados por la punta de mi lengua. Te despertaste, me acariciaste la cabeza mientras yo acariciaba, con mi boca, tu pene.

Me llenaste de tu virilidad, que consumí hasta el final. Recostaste tu cabeza sobre mi pecho y quedamos así, desnudos, piel con piel, conversando, por horas.

Después de una semana, hoy dia hemos vuelto a conversar por teléfono. Me dices que volveremos a conversar un poco más tarde. Va a ser difícil contener mi ansiedad.

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