martes, septiembre 11, 2012

Ascensor


Salia del trabajo, pensando en que mi fin de semana lo iba a pasar limpiando la casa. Me gusta tener la casa limpia,pero no me gusta limpiarla, y no he tenido alguien quien venga a ayudarme ultimamente. La gente que hace el aseo se enuentra ocupada en otras labores.
Decía que en mi mente tenía la imagen de poner en orden mi desordenada casa, limpiar vidrios, fregar pisos, ordenar closets, limpiar baños, entonces, te vi salir del ascensor; cargando tu mochila que realmente era una aspiradora. Eres parte del equipo de limpieza del edificio en el turno de noche.
- Haces trabajos a domicilio?, te pregunté. Me contestaste que si lo hacías, te pregunté si estabas desocupado al dia siguiente (sábado) y me pediste el numero de teléfono, querías que te recogiera porque no tenías movilidad. Quedamos que pasaría a las 8 de la mañana del dia siguiente, me diste las señas del lugar donde te recogería. Una gasolinera.
Mientras iba de regreso a casa, me quedé pensando en tu cara de chiquillo, tu cuerpo delgado, la presteza y lo asertivo de tus respuestas. Definitivamente inteligente.
El dia siguiente fuiste una sorpresa completa. Te manejaste en la casa como si la conocieras por completo, prácticamente no tuve que darte indicaciones. Eras tú quien me decía que el mantenimiento habría que darlo cada 15 dias para que la casa luzca mejor y yo seguía sorprendiéndome con cada acción tuya que hacía que mi casa recobre su limpieza y su belleza.
Lo último en limpiar fué el baño de mi cuarto. Me dijiste que la actividad del dia te había hecho sudar mucho. Te ofrecí una camiseta, no la aceptaste. Me preguntaste si me incomodaba que trabajaras el baño sin camiseta, te dije que no y pude apreciar tus abdominales bien definidos en un cuerpo demasiado juvenil para tus casi veinticinco años. Desde mi cuarto veía como te desplazabas. Cuando entraste a limpiar la ducha, saliste a avisarme que te ibas a quitar el pantalón porque preferías lavar las paredes con jabón y usar la manguera de la ducha. No querías mojarte. No dije nada. Te desnudaste. No fué sólo quitarte el pantalón. Entraste a la ducha a lavarla por completo. A través de los vidrios catedral veía tu cuerpo y me encendía de deseos. Tenías razón al entrar desnudo a limpiarla, te mojaste todo.
Te acercaste para pedirme una toalla. Te pusiste tan cerca, y yo que estaba sentado tuve en la cara tus genitales que despedían un aroma dulce, un aroma invitador, además que ya tu pene había empezado a engrosarse en una semierección. No pude contenerme, delicadamente tomé tu pene con mi mano, rocé tu glande en mis labios, miré hacia arriba y vi tus ojos en una expresión dulce que concordaba con tu sonrisa. Metí tu pene en mi boca. Las siguientes dos horas desordenaron mi cama en una actividad extra-laboral, pero te apresuraste en areglarla perfectamente antes que saliera a llevarte de regreso a tu departamento.
No hiciste sino hablarme de la necesidad que tengo de dar mantenimiento a la casa cada 15 dias. En dos semanas me vas a llamar para recordármelo.

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