Julien Duret, de 29 años, ingeniero, ciudadano francés radicado en Lyons, se encontraba caminando con su enamorada, haciendo turismo cerca del Museo del Puerto de la Calle Sur en Nueva York, cuando vió desde el malecón que algo caía al agua. Se acercó al borde y vió que lo que había caído se parecía a una muñeca, entonces se dió cuenta que realmente se trataba de una niña. Se quitó el saco y se lanzó a las frias aguas.
Cuando llegó a ella parecía que la niña estaba sin vida, le levantó la cara y la entregó a su padre quien se había lanzado al agua luego de él. Cuando el padre sacó a su hija del agua, la niña abrió los ojos.
El padre no tuvo a quien agradecer el gesto pues Julien ya había salido del escenario. Durante dias los periódicos neoyorquinos hablaron del héroe anónimo hasta que apareció. Cuando fué entrevistado declaró que la emoción de ver a la niña sin vida lo hizo saltar, que no se considera un heroe
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