Los libros nos dicen que los pies de los
seres humanos son rígidos, preparados para la bipedestación, pero Jeremy
DaSilva y Simone Gill, de la Universidad de Boston, están desafiando ésta
aserción.
En su investigación, 400 adultos caminaron
descalzos alrededor del Museo de Ciencia de Boston, y encontraron que el 8% de
ellos tenía pies semi-flexibles, semejantes al visto en los simios que habitan
en árboles. En otro análisis, de Robin Huw Crompton, de la Universidad de
Liverpool de Inglaterra, se encontró que los pies semi-flexibles son aún más comunes.
Los portadores de éste tipo de pies no tienen una marcha diferente al resto de
la población, ni presentan dolor.
Crompton piensa que los pies flexibles nos ha acompañado desde los orígenes de nuestra especie. Una reliquia de cuando
todavía vivíamos trepando árboles.
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