lunes, junio 09, 2008

Nacimiento

Los dolores de parto que preceden al nacimiento hacen retorcer a la madre y desencajan su rostro. El sufrimiento es enorme, la fuerza de las contracciones, el aguante para seguir adelante y no sentirse y dejarse morir. El sudor que perla la frente y empapa las sabanas continúa por minutos que parecen siglos, y que se convierten en horas que son eternas. La tormenta de las respiraciones agitadas, de la taquicardia que retumba los latidos en el oido y se muerde el corazon para que no se salga por la boca. La desesperación de sentir las dilataciones cada vez mayores, centimetro a centimetro hasta que finalmente el pequeño, delicado y fino canal de parto da paso al niño de 3.5 kilos de peso (una pequeña sandia!).

Cuando el primer llanto llena la sala de parto la madre piensa que ha escuchado a un coro de angeles acompañado por una orquesta sinfonica. Inmediatamente, de manera milagrosa, se olvidan las horas anteriores de labor, sudor, sangre, lagrimas y la desencajada cara se transforma en beatífica y amorosa... El milagro del nacimiento.

Pareciera que nos encontramos al inicio de un nacimiento para toda la humanidad, estamos en "principios de dolores" y nos asustamos con el trabajo de parto por el que mundialmente vamos atravezando. Pareciera que no podremos soportar el siguiente minuto porque los dolores se acrecientan. Dolores economicos, politicos, sociales, ecologicos, climatologicos, todos se han juntado para hacer cargamonton en el nuevo nacimiento de una nueva humanidad. Esperemos que las cosas no se compliquen y que el llanto del nuevo mundo traiga a todos felicidad no en una esperanza sino en una realidad de una vida mejor para todos.

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