viernes, diciembre 14, 2007
Rencor
Sentimiento completamente humano que destruye, no necesariamente a quien es dirigido el rencor, sino a quien lo sufre. La persona que es objeto del odio puede ser que ni esté enterada que hay alguien que lo odia. Sin embargo, el que odia se va consumiendo lentamente hasta agotarse y no quedar de él/ella nada.
Cuando Jesus nos manda poner la otra mejilla, o perdonar hasta setenta veces siete no nos muestra cobardia, muy por el contrario, nos muestra el camino a la divinidad, a obtener la fuerza que permita seguir avanzando y desarrollando, sin caer. Nos enseña la clave para no consumirse sino mas bien construir. Nos obliga a dejar la ofrenda en el altar y no ofrecerla sino hasta que se hayan pronunciado las palabras magicas: te perdono, que permite como un conjuro de Merlin, entrar a nuestro propio Camelot y reinar en una mesa redonda, sin lugares de privilegio.
Alguna vez lei de alguien que llegó a la tumba del padre que no conoció porque fué abandonado muy niño, y luego de perdonarlo por no haber cuidado de él en su etapa formativa, experimentó un crecimiento como nunca antes lo habia hecho. El perdonar libera cargas en el alma que permite el alzar vuelo a alturas antes no imaginadas ni soñadas. "Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre" enseñó el Cristo, y mucho mas lo contamina si es un rencor que vive dentro del hombre de manera constante por tiempo indefinido. La unica manera de santificar al hombre es eliminandolo con el real perdon.
"Padre, perdonalos porque no saben lo que hacen", pronunció luego de tres horas de agonia, de estar colgado de una manera no natural, de irse desangrando lentamente, de tener sed por la deshidratacion que ocasiona la exposicion al sol del desierto de Medio Oriente. Sus ultimas palabras, que fueron su entrada a la inmortalidad.
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1 comentario:
Odio es lo que sobra en esta inhumanidad, que la corrompe hasta reducirla a su mínima y más baja expresión. Y el problema es que odiamos lo desconocido, sin plantearnos si es bueno o malo. Simplemente odiamos, y el rencor comienza a crecer.
No dejes que entre en tí.
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