Muchos prejuicios y malentendidos llenan el sentido
común, por lo que debemos ser capaces de explicar una serie de mitos en los diferentes
espacios donde trabajemos.
Una persona NO elige su orientación sexual, por lo que no
hablamos de “preferencias” sexuales,
ni “homosexualismo”, como si fuera
una doctrina. Nadie se “vuelve”
homosexual y nadie vuelve homosexual a nadie. Ha habido diversidad sexual
en todos los grupos humanos, de todos los tiempos y lugares, dentro de todas
las clases sociales e incluso desde Aristóteles, esto se ha observado en otras
1500 especies de animales.
Sin embargo, la sexualidad sí está socialmente determinada.
La sexualidad es una experiencia concreta, es una síntesis de deseos y
represiones, de naturaleza e historia personales, y de historia y naturaleza
colectivas; expresados en un conjunto de comportamientos políticos, sociales y
biológicos que no se reducen al coito. Uno
expresa su sexualidad al vestir, al hablar, al trabajar … y en la cama.
A lo largo de la historia y hasta hoy, la sociedad se ha
organizado para el control y represión de los deseos y de la sexualidad. Esta
sociedad capitalista y patriarcal necesita
controlar y castigar la sexualidad para sostenerse.
La base material de esta opresión, es la división sexual del trabajo y
su contracara, la propiedad privada.
Debemos entender la lucha por la diversidad sexual como
una faceta de la lucha contra el patriarcado, inseparable de ella, y por lo
mismo, parte de la lucha contra el capitalismo.