sábado, noviembre 17, 2012

Tú, otra vez


Subo las escaleras que llevan a la puerta de mi casa, escucho mi nombre. Alguien acaba de llamar mi nombre y volteo instintivamente. Me hé preparado de manera conciente para no responder a mi nombre si alguien me llama en la calle. Necesito más práctica, todavía respondo instintivamente a mi nombre. Debo borrarlo de mi subconciente.


Te veo cerrar apresuradamente la puerta de tu carro estacionado en la vereda del frente. Vienes cruzando la pista, caminando lentamente hacia mi. "Luis!", vuelves casi a susurrar, pero yo lo escucho como si lo estuvieras gritando a todo pulmón. Te miro fijamente y reconozco tu rostro ligeramente cambiado por el tiempo. Todavía tienes el rostro de angel, todavía eres joven, un maduro joven, la sonrisa encantadora caminando hacia mi. Te recuerdo, pero no puedo pronunciar tu nombre.

Te conocí hace algunos años, en ése momento eras casi mi vecino, vivías en la calle paralela, hacia la cima de la colina. A los pocos meses te mudaste y no volví a verte a ver hasta hace casi dos años, cuando como hoy, me volviste a sorprender, esperando mi llegada a casa luego del trabajo. Al recordar ésto, te pregunto inmediatamente, "esperaste mucho?". "Casi veinticinco minutos", me respondiste "es la cuarta vez que espero", agregaste. Te pedí disculpas, te dije que no sabía que ibas a venir. "Perdiste mi email?", me preguntaste. "No, no lo perdí", te contesté, "Te escribí un par de veces, pero las dos veces me regresaron los mensajes, debiste de haberlo escrito mal". Mientras abría la puerta me volviste a dar un papelito con tu email, me lo repetiste en voz alta para ver que estaba bien escrito y que deberíamos ponernos de acuerdo en futuros encuentros.

Apenas dentro nos abrazamos fuertemente, nos acariciamos y besamos. Te pregunté por tu esposa, te pregunté si ya eras padre. Muy cortésmente me dijiste que no era éso lo que viniste a hablar conmigo. Que algún dia, en algún momento podríamos hablar de ésos temas, no ahora. No quise ser descortés. Simplemente quería mostrarte que me importas, y me importa lo relacionado a ti. Subimos a mi dormitorio. "Lo recuerdo tan bien", dijiste cuando entramos. Entre abrazos y besos nos quitamos las camisas. Yo admirando y besando tu pecho esculpido en horas de gimnasio. Cada uno de nosotros murmuraba frases dulces de halago para el otro. Los minutos pasaban, el calor subía, los pantalones se bajaron junto con la ropa interior. Volvimos a disfrutar plenamente de nuestros cuerpos y nuestras almas se encontraban cosidas a ellos. Sabía que al final del éxtasis tu casa te esperaba, no iba a retenerte. Sabía que te vestirías y que saldrías.

"Mándame un mensaje!" me dijiste mientras te acompañaba a la puerta

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