sábado, noviembre 13, 2010

Resurreccion


Estamos a punto de iniciar un nuevo año y dejar atrás la primera década del Siglo XXI. Han pasado varios meses desde la última vez que escribí y mi padre se encuentra hablando de política y fútbol. Señal segura que ha recuperado la salud.
Debo reconocer, la fe de mi hermana logró el milagro. Fué ella la que ordenó la ambulancia para llevar a quien ya estaba despidiéndose de la familia en el ala especial del hospital que más parece hotel cinco estrellas. Parecía estar viviendo una escena surreal de "Soylent Green" donde las últimas horas del paciente son ofrecidas en comfort y comodidad para él y la familia. "Me lo llevo a Baltimore", me dijo. "He pedido la ambulancia. Si mi fe es tan débil como la luz de una vela de cumpleaños, todavía voy a buscar un milagro", añadió. No podía comprender que no pudiera hacerse a la idea de lo inevitable. Ochenta años cumplidos en abril y el cuerpo ya estaba cerrando transmisión.
La vi subir a su Navigator negra y seguir la ambulancia a la que ya lo habían subido. Era cerca de la medianoche y yo seguí el camino de la practicidad, regresé a casa a dormir porque había que trabajar al dia siguiente.
A una hora de distancia de la ciudad de donde vivo no se me hizo fácil visitar a mi padre. El fin de semana lo vi todavía débil, con voz inaudible y falta de luz en los ojos. Los médicos intentaban de todo. A la segunda semana se inició la mejoría.
Hoy dia camina sin bastón, continúa disfrutando de su computadora y televisión, y cuando habla trata de impresionar a sus nietos con lecciones de vida. Trascendencia, es lo que le preocupa, pero no lo dice

2 comentarios:

Paula dijo...

Me alegro muchísimo querido Peter que tu papá esté mejor!!!

Te dejo un beso muy grande!! :)

Peter Camenzid dijo...

Gracias Paula! Gracias por el beso