lunes, noviembre 09, 2009

Holocausto

Cuando entré a mi casa la television estaba prendida y BREAKING NEWS del noticiero de la tarde pasaba imagenes que en ese momento me parecieron irreales. Muchachos trepados sobre el muro de Berlin, armados de picos, martillos, combas, cinceles, y hasta destornilladores! Haciendo astillas el oprobio. Una cámara en un angulo diferente, enfocaba la marea humana que pasaba a traves de la garita de control hacia la libertad de la Alemania controlada por USA. Los guardias comunistas a un lado de su caseta viéndolos pasar. Otra cámara enfocaba una diferente marea humana ingresando a un supermercado y abalanzandose sobre productos de aseo: jabones, shampoo, pasta dental. Alemania se había reunificado. Ese verano un amigo regresaba de su viaje de intercambio a Berlin, me visitó y me trajo un pedazo de concreto, pequeño, cabía en la palma de mi mano, con pintura de spray de diversos colores en uno de sus lados, probablemente un Graffitti. “Pensé en ti, en que te gustaría tenerlo. Yo mismo lo saqué”, me dijo mientras me lo entregaba. Ese pedazo del muro de Berlin sigue formando parte de mis mejores recuerdos en mi biblioteca.

Crecí con temor y espanto frente a la esvástica Nazi. Mi padre había comprado un libro: “Auzchwitz” que yo hojeaba cuando podía y veía las fotografias del interior del campo de concentración, con sus miles de victimas en un estado de hambre terrible, con las fotografias de los cientos, miles de cuerpos desnudos apilados unos sobre otros, muertos en las camaras de gas en espera de su ingreso en los crematorios ó ser enterrados en fosas comunes. Las series de guerra en la television de la época alimentaban ése sentimiento, las peliculas de cine tambien. Mi mente poco a poco fué armando el rompecabezas politico, social y economico que llevó al surgimiento del III Reich y desembocó en el Holocausto de mas de seis millones de judios, homosexuales, gitanos y Testigos de Jehova. Aunque la gente solo recuerda un grupo como víctima, fueron cuatro los grupos perseguidos.

En Washington DC, la primera vez que entré al Museo del Holocausto estuve completamente embargado de emoción, y al final de la visita, cuando entré a la capilla y leí una frase del Antiguo Testamento: “Que no te olvides lo que acabas de ver…y cuéntaselo a tus hijos, y a los hijos de tus hijos” no pude sino encender una vela y quedarme sentado en un rincon, tratando de ordenar mis pensamientos. La emocion todavia me llena cuando visito el museo llevando amigos.

Esta semana se cumplen 20 años de la caída del muro. Se recuerda una verguenza mundial que no debe volver a ocurrir

No hay comentarios.: