domingo, junio 26, 2011

Sex Addiction (1)



Admiré tu cuerpo de gimnasio mientras echabas hazeltnut a tu cafe en el 7-eleven donde habia bajado para calmar mis ganas de alitas de pollo. No dejé de mirarte y debiste haberte sentido incómodo porque me saludaste. Te devolví el saludo é iniciamos la conversación, sin razones, general, del clima y sobre el desayuno ligero. Intercambiamos teléfonos para continuar la conversación en algún otro momento.


Me sorprendió tu llamada pronto. Había pensado en llamarte el fin de semana, pero te adelantaste. Conversamos sobre tu afición al gimnasio y mi reticencia a los ejercicios, hablé de lo que me gusta el sauna y los masajes. Me dijiste que habías aprendido a dar masajes alguna vez, pero hacía tiempo no lo hacías. Quedamos en vernos algún fin de semana, 'cuando haya tiempo'. Colgamos.


Te llamé el sábado, salimos al Starbucks, reir, hablar de cómo nos fué en la semana y me dí cuenta de cuán diferente soy a ti. Tu cuerpo firme, varonil, tu actitud, tu hablar, tu personalidad, tan masculino, exudando testosterona por cada poro! Me sugeriste un masaje para relajar el strés de mi vida por los asuntos políticos mundiales y el trabajo. Me pediste que te llamara a las seis de la mañana de hoy. Lo hice.


Sobre mi cama, completamente desnudo, sentí como tus manos se deslizaban sobre mi cuerpo, tus dedos sabían lo que hacían, en los pies, las piernas, los muslos. No tuviste reparos en tocar mis testículos y acariciarlos, perdón, masajearlos. Todas las alertas sonaron y mi parasimpático se preparó para la guerra. Tomaste entre tus dedos mi jabalina y sonriendo me dijiste: 'se ha enojado'. Torpemente te respondí 'quítale el enojo'. Lo que sigue no se puede describir sino gráficamente. Palabras, no hay las adecuadas. Me sorprendiste, no lo había imaginado. Supongo que el disfrute puede aparecer en los rincones menos pensados. Nos volveremos a ver el próximo fin de semana

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