lunes, junio 14, 2010

"Ccaicado"


Sus cariados dientes frontales ocultaban el color amarillento natural tras una patina verde de coca que masticaba para no sentir frio. A mas de cuatro mil metros de altura, el altiplano, con el aire débil en oxigeno y el frio mortal, se hace insufrible, a menos que la coca entre en la sangre y anime el vivir.
- Si lo ha ccaicado, ñeñeto, me explicaba Gregorio; y como no entendía lo que quería decir, me seguía explicando, con paciencia, para hacerse entender en su lengua medio aymara y medio castellano. El era quien se encargaba de la limpieza de la casa, de la atencion de los animales, del cuidado del primitivo jardin que tratabamos de tener en medio del cielo. Era quien iba al mercado y hacía las compras por nosotros. Era difícil hacerse entender solamente en castellano entre los aymaras.
- Si lo ha llevau, pué. Lo que pude entender es que el muerto que habían enterrado no hace muchos meses atrás, no ha querido entrar solo en el reposo eterno y ha buscado el amigo, el familiar, alguien a quien quiere para que lo acompañe en la nueva morada. Siempre hay un segundo a quien enterrar en poco tiempo.
Es la creencia aymara. Es un recuerdo que mi mente ha desenterrado.
Leucemia linfocitica cronica, ha sido el diagnostico de hace un par de meses atrás. Lo novedoso ha resultado hace diez dias: Trombocitopenia autoinmune.
El nivel de plaquetas descendió hasta 2,000 y el ingreso al hospital fué con 1,000. No entienden cómo es que no se desangró internamente y continuó viviendo con sus equimosis en todo el cuerpo.
Se le transfundió plaquetas, una infusión que está siendo probada para estimular la medula ósea y ver que se produzcan los necesarios trombocitos, se le añadió inmunoglobulina y prednisona. Los resultados de elevación inmediata no duran mas de 24 horas. Las plaquetas se vuelven a destruir. Parece que el bazo está en hiperactividad. Los genios de la John Hopkins junto con sus colegas de la Universidad de Maryland quieren realizar una esplenectomía laparoscópica en un hombre de 80 años y 50 kilos de peso. Parece que su suegra lo quiere de compañia pronta para poder entrar en su nueva morada.
Mi padre no se queja, sufre estoicamente, sonrie y se siente aliviado con cada nueva y buena noticia que cada uno de sus nietos le trae al cuarto de hospital. Su mente le recuerda que él tenía 14 años cuando murió su padre.

1 comentario:

Paula dijo...

Querido Peter, me gustó mucho el comienzo del post, con esos diálogos que me recuerdan a mis familiares del interior, donde el campo y sus creencias hacen que los relatos sean siempre fascinantes.
Luego, llegando al final, me embargó una gran tristeza.
Lamento en el corazón que el tuyo esté atravesando por esta situación.
Te mando mi cariño y toda la fuerza a tu papi.
Un beso grandote!!!!